El domingo, como toda una americanista de clóset y clásica que soy, pasé un bonito domingo familiar en el honorable Estadio Azteca. Mis papás pasaron por mí a eso del mediodía, pero antes fui por mi riguroso café para borrar -o al menos aminorar- los residuos del día (noche) anterior. En cuanto puse un pie fuera de mi edificio, empecé a sentir fuertes miradas sobre mi pecho amarillo. Y no porque sea sexy y robe el aliento… no, si no por el llamtivo escudo que portaba. Fue cuando me di cuenta, de que muchas playeras de equipos deportivos pasan sin pena ni gloria ante la vista de terceros, pero la azul-crema ¡noooo! Esa sí que levanta pasiones -no siempre positivas-.
Entré a la cafetería, en la barra había tres hombres, el cajero, el barista y un cliente -socio, de esos que trasladan su lugar de residencia a los espacios comunes-. Pedí mi café sin darle demasiada importancia a la penetrante mirada que percibí. El incómodo silencio se rompió, cuando el cliente dijo: ¿contra quién juegan?
Lucy: Toluca
Barista: Uy, va por un milagro
Lucy: Tengo una gran fe
Cliente: ¿A qué hora?
Lucy: a las 4
Cliente: ¿dónde?
Lucy: en el Azteca (con voz cada vez más suave y delgada)
Barista: uy ni pararse por ahí.
Cliente: Buenos tiempos aquellos los de Clever (¿o Klever, Kleber…)
Mente de Lucy: Yo qué diablos voy a saber, si no sé ni la alineación para el partido de hoy.
Lucy: Mmm, si han habido muy buenos tiempos. ¿Cuánto es? Gracias, hasta luego!
Cliente: ¡Suerte!
Unos pasos más y me refugié en la camioneta paterna rumbo al estadio. Ahí, había miles de fanáticos, entonces pensé: ¿pues no que todo mundo lo odia? ¿Tons de donde salieron estos 90mil pelaos?
kmara polla
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esto es super chido bueno q mas digo adios
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jejejé, te amo. toda americanista.
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esto es lo mas chido bueno no hay mas q decir adios
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